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La guerra de las descargas

Es sabido que los españoles utilizamos redes P2P y programas de descarga en grande. Se estima que más de 10 millones de internautas españoles intercambian ficheros y contenidos por día con alguna tecnología P2P, utilizando distintos clientes como Kazaa, EMule o Azureus (ahora llamado Vuze).

Cada uno decide qué va a compartir con otros usuarios de la red y qué no, y de esa manera los ficheros se hacen disponibles para quien esté conectado y tenga que bajarlos. El contenido de las carpetas es propiedad de cada usuario, y está en él si quiere compartirlo o no. Porque compartir no es delito, quien está en las redes pueden hacerlo libremente pues la tecnología lo permite, y de esa forma también pueden tener acceso ellos mismos a ficheros de otros que necesiten descargar. He aquí el meollo del asunto: las compañías discográficas, entidades defensoras de derechos de autor (como la SGAE), artistas en contra de las redes P2P y demás actores, se han pronunciado en contra del libre intercambio de ficheros por considerar la actividad “ilegal” y “pirata”. Lo cierto es que el debate está abierto y hay grandes intereses en juego.

El temido “modelo Sarkozy”

Intereses, por supuesto, económicos. A las compañías discográficas no les conviene que los internautas descarguen ficheros de productos culturales digitalizados porque esto perjudica su rentabilidad. A los líderes de la SGAE, en sintonía con estas compañías, les sucede otro tanto, y a los artistas más interesados en el oro que en arte les pasa parecido. Solo que estos últimos podrían hacer más dinero separándose de las discográficas que dependiendo de ellas, pero esa es una cuestión aparte.

El modelo Sarkozy al que hacemos referencia fue implementado este año en Francia para impedir la utilización de las redes P2P. En forma similar a lo que ocurre en Estados Unidos o en Gran Bretaña, la modalidad es la advertencia: si un usuario usa una red P2P, el proveedor de Internet (ISP) está obligado a advertirlo una vez, dos veces, hasta que a la tercera, se le corta el servicio. Así, sin vueltas. Y la posibilidad de que se implemente en España es cada vez mayor.

Lucha de poderes

Claro que, con el uso que se hace de la red, limitar las descargas sería limitar buena parte de la actividad en ella. Para ser más claros: buena parte del tráfico de Internet, y la razón fundamental por la cual los usuarios quieren mayor velocidad en las modalidades de conexión a Internet es, sin lugar a dudas, la posibilidad de descargar ficheros de películas, música y otros contenidos. Si el ISP impidiera estas actividades, desde ya que el consumo de sus servicios disminuiría considerablemente.

Por esto, se produce una batalla de intereses: ISPs juntadas lateralmente, como sin querer, con asociaciones de internautas, y estos en contra de la SGAE y las compañías discográficas. Alianzas extrañas, estratégicas y dispares, de entidades que, en otras ocasiones, se separan y se detestan, pero que se unen por la guerra de las descargas.


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